Desde hace 25 años la Semana Santa quedó asociada para los argentinos con el primer alzamiento carapintada, que puso en vilo la constitucionalidad recuperada por la lucha popular, luego de la más sangrienta dictadura que azotara nuestro país.
Frases como "Felices Pascuas" y "la casa está en orden" quedaron unidas para la historia y nos producen un amargo recuerdo.
La Ley de "Punto Final", impulsada por el entonces Presidente Raúl Alfonsín y sancionada en 1986, exculpaba a los militares que no hubieran sido citados por la justicia en un plazo de 60 días a partir de la entrada en vigencia de la misma. Ese plazo perentorio motivó una rápida acción de los organismos de derechos humanos y, para que no quedaran represores impunes por no cumplirse ese requisito, numerosos jueces enviaron cientos de citaciones por lo que, esta ley, que objetivamente era una concesión en favor del reclamo militar, se convirtió en un arma de doble filo que reavivó los planteos; alcanzando en la Semana Santa de 1987 un verdadero intento golpista. Miles y miles de ciudadanos nos autoconvocamos en la Plaza de Mayo para oponernos a la intentona, muchos jóvenes permanecimos allí casi cuatro días. Era muy significativa la presencia de docentes con los que espontáneamente nos fuimos agrupando. Lamentablemente nuevas concesiones a los carapintadas encabezados por Aldo Rico y Mohamed Seineldín, primero por el propio Alfonsín con la Ley de Obediencia Debida y luego con los indultos de Menem volcaron la balanza en favor de la impunidad y terminaron de desairar las esperanzas que se habían despertado con los Históricos Juicios a las Juntas.
Por eso hoy, los logros de la anulación de esas leyes nefastas y el avance de los juicios con fallos emblemáticos como la de la condena y prisión de Videla, Astiz o Etchecolatz, por nombrar sólo a algunos de los genocidas, nos llena de compromiso para que no quede ni una gota de impunidad. Por eso seguiremos acompañando a los testigos en los juicios y peleando contra quienes con el discurso de la "reconciliación", nos quieren borrar la memoria o con los que con el discurso que Rico y Seineldín eran "militares nacionalistas" o "héroes de Malvinas" han tratado de descalificar permanentemente los avances que logró nuestro pueblo en el Juicio y Castigo que tantas veces reclamamos en las marchas y las luchas.
Por eso hoy, los logros de la anulación de esas leyes nefastas y el avance de los juicios con fallos emblemáticos como la de la condena y prisión de Videla, Astiz o Etchecolatz, por nombrar sólo a algunos de los genocidas, nos llena de compromiso para que no quede ni una gota de impunidad. Por eso seguiremos acompañando a los testigos en los juicios y peleando contra quienes con el discurso de la "reconciliación", nos quieren borrar la memoria o con los que con el discurso que Rico y Seineldín eran "militares nacionalistas" o "héroes de Malvinas" han tratado de descalificar permanentemente los avances que logró nuestro pueblo en el Juicio y Castigo que tantas veces reclamamos en las marchas y las luchas.
Walter Ormazábal
Presidente del Centro "Paulo Freire"
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